Las alergias e intolerancias alimentarias son un problema que afecta a la salud de una parte de la población. Según la OMS del 1 % al 3 % en los adultos, y del 4 % al 6 % en los niños padecen algún tipo de alergia alimentaria, una cantidad que sin ser muy elevada, ya es motivo de preocupación, más teniendo en cuenta el ritmo de crecimiento de este aproblema digestivo. Por ejemplo en España, el numero de casos se ha visto duplicado en una década. Por ello es obligatorio un cierto conocimiento en las intolerancias alimentarias y sus síntomas para aquellos que quieran tener una buena nutrición y prevenir estos problemas.
Primero tenemos que distinguir entre alergia e intolerancia. Ambas son reacciones adversas que algunas personas sufren al ingerir ciertos alimentos, sin embargo, las alergias provocan una respuesta del sistema inmune, mientras que la intolerancia son molestias generalmente derivadas de una deficiencia de enzimas digestivas o de interacciones con mecanismos farmacológicos. Una vez hecha esta distinción, vamos a analizar cada una de ellas.
Los tipos de alergias van desde las leves, que pueden ser de naturaleza transitoria, provocando reacciones cutáneas (urticarias, eccemas o dermatitis atópica), cuadros gastrointestinales (ej. diarrea crónica), molestias digestivas específicas, náuseas-vómitos, dificultades para tragar (esofagitis eosinofílica) hasta tipos más severos que pueden incluir shocks anafilácticos con riesgo de muerte.
Las causas pueden ser la presencia de una alergia ya existente, por ejemplo una alergia al polen que afecte al sistema respiratorio puede derivar en una alergia alimentaria a algunos tipos de verduras debido a la presencia de proteínas comunes. También se ha demostrado que un factor muy importante en el desarrollo de las alergias es el aumento de la permeabilidad intestinal. Esto está provocado principalmente por bacterias y el consumo de gluten.
Respecto a las intolerancias, las hay relativamente comunes, algunas de las sustancias más comunes que las provocan son:
– Intolerancia a la lactosa y la galactosa: Son azúcares presentes en la leche. Los intolerantes no pueden digerirlas correctamente y se acaban acumulando en diferentes partes del cuerpo, provocando trastornos que van desde flatulencia a daños en el sistema nervioso.
– Intolerancia a la sacarosa: Las personas que no pueden digerir el azúcar común sufren problemas intestinales graves al consumirla.
– Intolerancia a la fructosa: Los azúcares presentes en la fruta pueden provocar en los intolerantes desde cuadros intestinales moderados a vómitos, náuseas, inquietud, palidez, temblores y letargia en el caso de la IHF o fructosemia.
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