La cetrería es el arte de adiestrar aves rapaces para cazar animales libres en su medio natural.
La cetrería es una actividad en la que el ser humano interviene en el vuelo de las aves rapaces e intenta controlar las técnicas de caza del reino animal, aunque actualmente es empleada mayormente para la educación ambiental y los espectáculos con estas aves.
Si bien fue Félix Rodríguez de la Fuente quien la popularizó en los países de habla hispana, esta práctica, considerada patrimonio cultural de la humanidad, es muy antigua.
La cetrería cuenta con una enorme tradición en nuestro país y es practicada en todas las Comunidades Autónomas y en más de 70 países, por lo que, hoy en día, es la manifestación con mayor número de países adheridos. Es fácil y apasionante recorrer su historia repasando escritos medievales, representaciones artísticas en vidrieras, tapices, pinturas, esculturas y obras de teatro.
Parece que la cetrería tendría su origen en Asia, en zonas como Mesopotamia o Mongolia, donde las tropas de Gengis Kan ya utilizaban este método de caza en su vida nómada. Se dice que miles de halconeros mongoles se juntaban con el Gran Emperador Kublai Kan para la caza de zorros y liebres.
Existen diferentes fuentes que hablan del origen de la cetrería, pero todas coinciden en que tiene más de 4 000 años. Estos pueblos no criaban a las rapaces en cautividad; las liberaban al alcanzar la madurez para respetar sus rutas migratorias.
Este uso de las rapaces permitía un volumen de capturas con las que tanto ave como cazador podían subsistir, lo que se convirtió en una técnica muy socorrida para pueblos nómadas.
Esta práctica se popularizaría, sin embargo, en la Europa medieval. Y lo haría tras ser exportada por pueblos como los visigodos, pues los primeros vestigios europeos son del siglo V d.C con procedencia de Grecia.
En España llegaría tanto por vía árabe como germánica, lo que supuso que se asentara en nuestro país una enorme riqueza en este sentido. Y es que el uso de la caperuza, que permitía un mejor adiestramiento, vendría desde el norte de África.
La época dorada de la cetrería sería desde el siglo VI al XVI, en los que se cazaban presas pequeñas con halcones y azores. La cetrería pasa entonces de ser una técnica de caza de pueblos nómadas a una práctica de nobles y reyes.
De hecho, Alfonso X el Sabio instauró leyes para proteger a las rapaces, por lo que estableció penas por el expolio de huevos y la captura de ejemplares adultos. Así, quedó traducido el manuscrito árabe en el que se basó posteriormente Félix Rodríguez de la Fuente.
Sin embargo, la cetrería es una actividad minoritaria. Su práctica requiere tanto tiempo, dedicación y recursos que tan solo unos pocos aficionados mantienen viva esta milenaria tradición. Su recompensa no está tanto en las presas obtenidas (con suerte una al día, para alimentar al ave) como en las emociones y en los valores que se desarrollan. Al descubrir la caza con las aves rapaces se entiende por qué la cetrería fue considerada desde el s. XIV como la mejor escuela para formar a un caballero. El ave ha de alcanzar y mantener plenas capacidades físicas y mentales. No en vano, sus potenciales presas a diario se ejercitan escapando de sus depredadores naturales. La incertidumbre del momento del ataque, el lugar donde va a surgir la pieza, su avistamiento, persecución… desarrollan en el cetrero habilidades para la caza y valores que le ennoblecen como la entrega, altruismo, perseverancia, compromiso… Por ello no se consideran como cetrería actividades que se limitan a la suelta de palomas a halcones o las exhibiciones de vuelo de rapaces en los mercados medievales. La dificultad en la caza que presenta el individuo silvestre determina el grado de excelencia alcanzado por el cetrero.
En España se practican las modalidades posibles: alto vuelo y bajo vuelo. El alto nivel de nuestra cetrería es reconocido en la comunidad internacional. Tradicionalmente se han empleado especies autóctonas como el Halcón peregrino (Falco peregrinus), el Azor (Accipiter gentilis) o el Gavilán (Accipiter nisus). Desde el Medievo se han venido importando aves exóticas. En la actualidad, gracias a la reproducción doméstica y, en estos casos concretos, al nulo impacto medioambiental, se emplean también hibridaciones, fundamentalmente de halcones. Hacerse cetrero conlleva tantos sacrificios e imprevistos que es preferible conocerlos antes de adquirir un ave. La mejor forma es contactar con una asociación y acompañar previamente a un cetrero en activo en sus salidas al campo.