Cada verano tiene lugar la proliferación de incendios en los montes de distintos lugares de nuestra geografía, particularmente el noroeste peninsular. En 2017 ardieron 176.587 hectáreas (casi el doble de la media de esta década) convirtiéndolo en el año con más estragos producidos por el fuego desde 2012. Estos datos apuntan a la importancia de la difusión de la educación ambiental, la conservación de los entornos naturales y los programas y medidas para prevenir incendios forestales.
Este tipo de incendios se caracterizan por su gran extensión, la rapidez a la que pueden llegar a propagarse, su capacidad de superar barreras como los cortafuegos, y lo imprevisible de su comportamiento. Esto es debido a que al producirse al aire libre pueden cambiar de dirección en función de las condiciones que lo rodean, como por ejemplo el viento.
Las circunstancias que los propician son la existencia de grandes masas de vegetación en combinación con altas temperaturas y ambientes secos como los que se producen en algunas zonas a partir de la primavera. Debido a esto la temporada de alerta en España suele extenderse de marzo a octubre. La sequía produce la deshidratación de las plantas, que en el proceso liberan una sustancia altamente inflamable llamada etileno. Es por esto que cualquier descuido, cualquier chispa, colilla o quema de rastrojos puede desencadenar un desastre medioambiental. De hecho, menos de un 2% de los fuegos forestales están causados por fenómenos naturales, siendo la acción humana, intencionadamente o no, la causante de la inmensa mayoría de ellos.
Estos fuegos representan un gran peligro para el medio natural y las distintas especies de fauna y flora que lo habitan. Un bosque que haya sido afectado por uno, puede tardar más de un siglo en recuperar su frondosidad anterior, en caso de que el suelo no quede deteriorado de una manera irreversible. La población de especies animales se ve drásticamente reducida, al morir los individuos, verse obligados a huir de la zona, perder sus refugios… Estas alteraciones producen un desequilibrio entre las diferentes especies cuyas consecuencias son difícilmente previsibles. Además, cuando se producen en zonas cercanas a poblaciones humanas, estas personas ven amenazados sus viviendas, su modo de trabajo y en algunos casos su propia vida.
El papel de cada uno de nosotros es primordial para que se reduzca este fenómeno que tanto daño hace. Todos tenemos que ser conscientes de cómo nuestras acciones afectan al medio ambiente para así minimizar nuestro impacto ecológico. La divulgación de la educación medioambiental y las medidas de prevención de incendios forestales es de vital importancia para concienciar a la población y así mejorar la situación.
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Imagen| Pixabay
Buenod dias, estoy interesado en hacer algunos cursos de incendios forestales, con la premisa de obtener el certificado cuando acaben las horas a mas tardar finales de agosto. ¿ Puede ser eso asi?
Un saludo y gracias
Buenos días,
Le enviaremos toda la información correspondiente a su email.
Un saludo